Las diferentes coyunturas económicas, su dinámica y el impacto directo en los aspectos sociales y profesionales hacen necesaria una constante reflexión estratégica que permita dotarse del esfuerzo requerido para atender el importante reto que supone la creación de ventajas competitivas de tipo sostenible donde se sustentan las oportunidades de desarrollo de los diferentes agentes y sistemas.
Obviamente, el discurso estratégico en el que se entroncan los mensajes de las organizaciones supranacionales, como la Unión Europea, OCDE, etc., ponen de manifiesto un clara necesidad de generar “drivers” potentes de cara a plantear una referencia sobre la que asentar los diferentes programas, líneas de actuación, etc., todo ello bajo el mayor nivel de coherencia y cohesión posible dadas las distintas esferas administrativas que es necesario manejar para generar un clima competitivo sólido. En este sentido, la “Knowledge Society” resulta ser la “idea fuerza” para configurar un eje de tracción genérico que debe comprenderse desde la necesidad de crear, desarrollar y gestionar el conocimiento que poseen los diferentes agentes que componen un territorio determinado, sin menoscabo de las externalidades positivas que se deriven de la concepción global del conocimiento en su dimensión de redes y entornos de colaboración internacionales.
En todo este discurso se requiere un “aterrizaje” de propósitos donde las regiones pongan en valor su identidad y recursos disponibles en aras de obtener un planteamiento competitivo diferenciador. Muchos y comunes son los ejercicios de planificación estratégica derivando generalmente en una serie de líneas de actuación prioritarias, quizás demasiado repetidas en el menú que detentan cada uno de los planes estratégicos regionales, lo que evidencia una necesidad asociada a la identificación de los principales activos que ostenta la región y que, en ese plano del conocimiento para la innovación, seguramente se encuentren en una dimensión intangible en la que es preciso adentrar los esquemas de estudio para representar la situación y oportunidades más alineadas con el potencial regional.
Por tanto, estas líneas tratan de aportar luz a esta dimensión estratégica donde la planificación estratégica, que persigue hacer más competitiva una región, puede disponer de nuevos esquemas más ajustados para diagnosticar el contexto de los activos intangibles, planteamiento que se adentra en el campo del denominado “capital intelectual” como instrumento que va contando con un núcleo de referencias de valor añadido, nacionales y regionales, que muestran su utilidad para los escenarios de reflexión que colman las agendas públicas de los distintos organismos que tratan de “fijar un norte” a las estrategias regionales.
