Llegar a comprenderse una persona a si misma, puede llevar toda una vida.., y aun así, una vez finalizada ésta, es posible que el camino recorrido se torne unas veces recto, sin obstáculos, en el que el caminante logra alcanzar el sosiego, la paz, el equilibrio, la calma, la fe.., el entendimiento, los buenos propósitos y en definitiva.., el amor hacia la vida y todo lo que ésta representa. Pero también puede aparecer algún cruce, un desvío sin señalizar, polvoriento, estrecho, confuso, incómodo para el peregrino que gusta de lo fácil, de lo cómodo.., y precisamente cuantos deciden adentrarse por el, comprenden que en la dificultad, el “ser” se purifica, las aristas y las imperfecciones son pulidas, el sentido de la vida recobra más fuerza e intensidad y la vista busca en la cálida noche, respuestas que brillan en un cielo plagado de estrellas, testimonio de la belleza y la eterna infinidad del Creador...
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