Cuando estás concentrado, puedes tomar el control de las cosas que estás haciendo. Pero si no estás concentrado, esa tarea o cosa acabará controlándote. Una vez que te concentras en algo y has canalizado toda tu energía en esa tarea en particular, puedes manejar la tarea de una mejor manera.
El enfoque interno te mantendrá en el camino y alejado de las distracciones, mientras que prestar atención a los demás te hace más consciente. Pero quizá sea el enfoque externo el que más beneficie a la hora de obtener el control, ya que te da la flexibilidad necesaria para disponer de un plan de contingencia en caso necesario.
