Cuando el 6 de Enero de 1978 los españoles aprobamos por referéndum la Constitución no fuimos conscientes de que era la primera que en España se consultaba a la ciudadanía. Ninguna de las seis anteriores fueron consultadas al pueblo, algo que tradicionalmente tampoco se ha hecho con la mayoría de las Constituciones que existen en el mundo.
Fernando Mora: Una Constitución que es de todos
Aquel 6 de Enero de 1978 comenzó una etapa diferente. Se
hizo una Constitución para todos, una norma de convivencia que supondría,
para España, un éxito colectivo, una plataforma que nos iba a permitir
el mayor cambio producido en nuestro país a lo largo de la historia. El
pueblo español dijo SÍ en un 91,81%, mientras que el NO solo alcanzó el
8,9%.
Hemos avanzado en nuevos derechos sociales e individuales
para las personas y los colectivos, progresado en igualdad entre mujeres
y hombres, construido los pilares de un Estado del Bienestar del que ya
disfrutaban la mayoría de los Estados europeos, abriendo expectativas
futuras de nuevos avances y desarrollo, trabajando siempre por evitar la
marginación de colectivos vulnerables, y por hacer que la solidaridad
fuese una constante en la convivencia y en los derechos.
El Estado de las Autonomías, y muy particularmente el
surgimiento de Regiones como Castilla-La Mancha, ha sido un acicate
importante para atender a la gente desde la cercanía y conocer la
realidad de sus problemas como sociedad, para cambiar una realidad que
había permanecido inalterable durante siglos. Hoy, nuestra Región es
diferente, y compatibiliza perfectamente la incuestionable unidad de
España con la defensa de los intereses de nuestra gente, desde una
perspectiva de igualdad y derechos, acorde con lo dispuesto en el Artº
14 de nuestra Carta Magna. No somos más, pero tampoco menos que
cualquier otro español.
El valor de la Constitución fue precisamente el importante
nivel de consenso que entonces se alcanzó y en el que participaron
centristas, socialistas, comunistas, nacionalistas catalanes y algunos
diputados de Alianza Popular. Pero mucho más importante fue el alto
nivel de integración que el texto supuso, y ha supuesto a lo largo de
los años, respecto de quienes incluso habían votado NO (parte de Alianza
Popular y Euskadiko Ezquerra) o abstenido (otra parte de los diputados
de Alianza Popular y el Partido Nacionalista Vasco), entonces.
Nuestra Constitución ha demostrado ser una Ley abierta e
integradora, donde caben incluso aquellos que deliberadamente no la
aceptan o se oponen abiertamente a ella, y que incluso lo manifiestan en
las Instituciones por ella creadas, ya sea el Congreso, el Senado o en
alguna Cámara Autonómica. Ese es su principal valor, su fortaleza
democrática, algo que forma parte de la libertad, el progreso, la
convivencia y la cohesión social. Por eso la Constitución es de TODOS y,
por tanto, no puede ir contra nadie.
Cuando en España algunos hablan de constitucionalistas y
no constitucionalistas, incurren en un grave error, porque pretenden
excluir, de forma subjetiva, a quienes la propia Constitución no
excluye. Es más, si lo hiciera se generaría una importante fractura y un
conflicto político y social que España ni puede, ni quiere, ni debe
permitirse, porque dejaría fuera del marco de convivencia a un buen
número de españoles, y ese nunca fue el propósito de quienes elaboraron y
aprobaron el texto. Hablar de España y anti-España es un error que
nuestra historia cometió, pero que la sociedad de hoy no debe repetir.
La Constitución como marco de convivencia tendrá valor
mientras la sigamos entendiendo como un instrumento de construcción, de
cimentación de una sociedad plural, en progreso, abierta, libre,
solidaria y sólida.
Su reforma y adecuación a los tiempos, si se diese el caso
y la necesidad, se ha de hacer necesariamente con el consenso al que
obliga la propia norma, porque es precisamente esta virtud la que la ha
hecho perdurable, y por tanto la más larga y duradera de cuantas España
ha tenido.
La Constitución tiene como enemigos, la violencia – de
obra, de palabra o de omisión -, la intolerancia, la intransigencia, el
odio al diferente, el machismo, el totalitarismo, el supremacismo, la
incapacidad de entender y de entenderse, es decir, la negación de los
mas elementales principios que inspiran desde hace mas de dos siglos los
conceptos de democracia, igualdad y libertad.
Mientras nuestra Constitución se siga aplicando con el
respeto, el rigor y el consenso que merece, nuestrademocracia será
fuerte y seguirá manteniendo y generando una sociedad con futuro,
potente y cohesionada.
Fernando Mora
Presidente del Grupo Socialista en las Cortes de CLM