Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace España y Mighty Earth celebran el proyecto de ley que acaba de presentar la Comisión Europea con el objetivo de eliminar la deforestación de las cadenas de suministro de la UE, pero advierten de sus lagunas. El proyecto de ley solo afectaría a un número limitado de materias primas y productos, y tampoco garantiza los derechos de pueblos indígenas y comunidades locales afectadas.
La ley de lucha contra la deforestación en la UE supone un primer paso en la buena dirección
Además,
la propuesta de la Comisión solo afectaría a un número limitado de
materias primas y productos, ignorando los importantes vínculos con la
destrucción de la biodiversidad por parte del comercio internacional de
carne de cerdo y aves, el caucho o el maíz.
Para Amigos de la
Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace España y Mighty Earth, “por
primera vez hay un rayo de esperanza de que la UE, uno de los mercados
más grandes del mundo, pueda frenar su impacto destructivo en los
bosques del mundo. Pero la Comisión Europea todavía ha dejado graves
lagunas en la nueva ley que dejarían vulnerables ecosistemas vitales en
muchas partes del mundo. Los gobiernos de la UE y el Parlamento Europeo
deben endurecer la ley para que la gente pueda estar segura de que lo
que hay en su cesta de la compra no está relacionado con la destrucción
de la naturaleza o el abuso de los derechos humanos”.
Asimismo,
las organizaciones ecologistas advierten que la propuesta de la Comisión
Europea no requiere que las empresas que comercializan materias primas y
productos cumplan con las leyes internacionales que protegen los
derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales, dejándolos
expuestos a abusos y violaciones de sus derechos. La propuesta tampoco
aborda el impacto de las inversiones del sector financiero europeo en la
deforestación y degradación de los ecosistemas del planeta.
Las importaciones españolas de soja y la deforestación
La expansión del cultivo de soja en Brasil o
Argentina no solo está relacionado con la deforestación, también con el
acaparamiento de tierras, la invasión de territorios indígenas y otras
violaciones de derechos humanos. Esta rápida expansión se ha producido a
expensas de algunos de los ecosistemas con mayor biodiversidad en la
tierra, incluidos los bosques de Amazonas, Cerrado y Gran Chaco en
América del Sur, y está contribuyendo a la crisis climática y de salud
pública.
En 2019, el Estado español importó 2,4 millones de
toneladas de soja brasileña, principalmente de los Estados de Mato
Grosso y Matopiba, ubicadas en el bioma del Cerrado. Estas zonas son
puntos calientes de biodiversidad devastados por la deforestación.
La
expansión de este cultivo ha cambiado el uso del suelo de amplias
superficies que antes eran ecosistemas o fueron utilizados para la
producción de alimentos a pequeña escala. De este modo, muchas
poblaciones campesinas e indígenas han sido desplazadas forzosamente de
su territorio y obligadas a buscar otras tierras para sobrevivir. Según
el propio sector fabricante de soja, España apenas importa soja que
pueda considerarse “libre de deforestación”.
El 87 % de la soja
importada por la UE se destina a la producción de piensos para la
alimentación de ganado. Y España es dentro de la UE el líder en la
producción de piensos, produciendo 34,5 millones de toneladas de piensos
animales en más de 850 fábricas. Por este motivo, España es un punto
estratégico para empresas que importan soja desde el continente
americano para luego comercializar los subproductos (torta de soja y
aceite) en el resto de Europa.
A partir de la soja importada se
producen grandes cantidades de piensos que se destina a la producción
ganadera industrial orientada en gran medida a la exportación a terceros
países de carne, derivados y subproductos animales, junto a animales
vivos. Las importaciones de soja para la alimentación de la ganadería
industrial es el principal motor de la deforestación inducida por el sistema agroalimentario español.
Próximos pasos
En 2020 los miembros del comité de medio ambiente ya elaboraron un informe
que detalla cómo debería ser una legislación exitosa para frenar el
impacto del consumo y las inversiones de la UE en los bosques del mundo,
otros ecosistemas y los derechos humanos.