Cruz Roja en Ciudad Real pone en marcha un grupo de apoyo mutuo de mayores para afrontar las consecuencias emocionales del maltrato

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Es una de las actividades del proyecto de Buen Trato en la que los mayores pueden compartir sus experiencias y trabajar las emociones, el autocuidado, la soledad y la autoestima. Beatriz Miranda, voluntaria: “Que te sientes con ellas el tiempo que sea necesario y empatices con su historia. Muchas veces con eso basta”.

 El maltrato a las personas mayores es una problemática social poco visibilizada que afecta a la salud y a los derechos humanos de personas en todo el mundo. Entre los compromisos de Cruz Roja está el de trabajar para identificar, prevenir y contribuir a la eliminación de este tipo de violencia de nuestra sociedad. El proyecto ‘Buen Trato a las Personas Mayores: Promoción del trato adecuado y protección frente al maltrato’ aborda esta realidad a través de distintas intervenciones y actividades. Una de ellas, un grupo de apoyo mutuo para que las personas mayores puedan afrontar las consecuencias emocionales del maltrato y compartir sus experiencias, se ha puesto en marcha en Cruz Roja en Ciudad Real con la participación de 8 mujeres.

Cristina Navarro Ruiz, técnico en Intervención Social de Cruz Roja en Ciudad Real y referente del proyecto de Buen Trato, explica que la participación en este grupo de apoyo que se reúne una vez a la semana posibilita que las personas mayores que se encuentran en una situación de maltrato “puedan tener una imagen más global del problema y, desde las propias vivencias, apoyarse mutuamente”. “Al principio les cuesta asumir que sus propios problemas los van a conocer otras personas, pero al ver que se trata de personas en la misma situación o con circunstancias similares, les reconforta”, añade.

En las distintas sesiones del grupo de apoyo las personas participantes trabajan las emociones, la autoestima, la autoimagen, el autocuidado o la soledad. Se trata de un grupo abierto, al que podrían incorporarse aún otras personas y en el que se tienen en cuenta las motivaciones y temas que ellas mismas quieran tratar.

El proyecto de Buen Trato a las Personas Mayores, que está financiado por el IRPF Estatal, comenzó en 2018. “En aquel momento este tema era un poco tabú, nos hemos encontrado con muchas personas que conocen situaciones pero no se atreven a denunciar. El miedo a quedarse solas y solos les impide dar el paso incluso de dar a conocer por lo que están pasando. Les cuesta mucho. En otros casos, ni ellas mismas son conscientes de que están sufriendo algún tipo de maltrato", asegura Cristina, quien añade que no obstante, poco a poco, van notando que la población en general tiene a Cruz Roja como referencia a la hora de abordar un caso de este tipo.

Hay que tener en cuenta que muchas veces no nos damos cuenta de cómo tratamos a las personas mayores. La manera de comunicarnos laboral o personalmente con ellos puede influir de manera muy negativa en su día a día. El edadismo es un problema de primera magnitud que afecta a toda la sociedad, ya que nos priva de todas las aportaciones que las personas de edad pueden brindar, perjudicando la convivencia y bienestar de nuestras comunidades.

La infantilización, la restricción de derechos o la falta de respeto a su autonomía, libertad o capacidades son algunos de los ejemplos más comunes de trato inadecuado que se cometen hacia las personas mayores.

En este momento, desde el proyecto de Buen Trato a las personas mayores se está atendiendo a 44 personas mayores de 65 años en la provincia de Ciudad Real y están participando un total de 14 personas voluntarias. “Hemos superado el objetivo marcado en un 138%, pues  el objetivo inicial eran 32 personas”, indica Cristina.

 Acompañar, psicoeducar y, sobre todo, escuchar

Beatriz Miranda Santiyán es psicóloga y voluntaria de este proyecto en Cruz Roja Ciudad Real. Cada viernes acompaña a las mujeres que acuden al grupo de apoyo. “Mi labor es escucharles, reflexionar con ellas sobre sus preocupaciones y enseñarles a manejar determinadas situaciones y emociones. También es psicoeducar sobre los temas que abordamos en cada uno de los talleres, como puede ser, por ejemplo, la ansiedad, cuyos síntomas están sintiendo y no son capaces de identificar”, explica.

Pero si algo destaca Beatriz es el valor de la escucha, pues son personas que necesitan enormemente ser escuchadas: “Que te sientes con ellas el tiempo que sea necesario y empatices con su historia. Muchas veces con eso basta”. En el grupo, las personas participantes pueden expresarse libremente y sentir que no están solas. Es un lugar seguro, donde no se juzga lo que sienten ni cómo lo sienten y donde no se busca cambiar la situación que viven, pues en la mayoría de los casos es muy complicado, sino darles apoyo y acompañamiento y, si fuera posible, cambiar la forma de ver esa situación. "Son personas que suelen tener reducida su vida social y participar en el grupo les impulsa a salir de casa y relacionarse y mantenerse activas y activos, que son objetivos secundarios que también buscamos”, dice la psicóloga voluntaria.

Aunque actualmente al grupo de apoyo solo acuden mujeres aunque dentro del proyecto también hay hombres que por distintas circunstancias no están pudiendo asistir. Beatriz explica que las participantes son personas que actualmente o hace poco no se han sentido o no se sienten bien tratadas y, en la mayoría de los casos, este mal trato procede de personas cercanas. Asimismo, hay personas participantes que no sufren esa situación pero existe una vulnerabilidad que hace que puedan sufrirlo, por lo que el objetivo es prevenirlo.

Cuando Beatriz empezó como voluntaria y conoció este proyecto, le atrajo mucho. “Es cierto que en un primer momento me asusté, no sabía si me veía capacitada para participar en él como voluntaria pero a la vez me parecía un proyecto tan bonito que tan solo con que hubiese un usuario o usuaria ahí, merecía la pena ayudarles y que no estuviesen solos en esa situación difícil. Todos nos merecemos ese apoyo cuando algo no va bien. No me equivoqué al elegir este proyecto”, explica.

Beatriz asegura que las personas del grupo de apoyo agradecen muchísimo su acompañamiento, pero que el crecimiento personal que ella siente que está teniendo a su lado es inmenso: “He aprendido a valorar mucho más a todas las personas. Cada día que estoy con ellas me llevo su alegría a pesar de lo que han vivido o están viviendo, la fuerza y las ganas que tienen de seguir mejorando y aprendiendo. Ellas me enseñan cada día”.