Los vecinos de Quintanar del Rey simulan un asalto a la Macrogranja de papel

Acercar Disminuir el zoom Imprimir

El domingo 19 de septiembre vecinos de Quintanar del Rey, ataviados como los personajes de la famosa serie La Casa de papel, han “asaltado” la granja de ganadería porcina intensiva situada a tan escasos 300 metros de su pozo de agua. Si la semana pasada fue el famoso “macrocalvo a la macrogranja” que ya se ha hecho viral, siete días después los quintanareños se han vestido con monos rojos, se han puesto una careta y con sus correspondientes armas de plástico han tomado la citada macrogranja, bajo la atenta mirada de las fuerzas de seguridad.

  En Quintanar del Rey no piensan parar, como así lo dicen todos los vecinos a los que se les pregunta. Lo que está sucediendo con esta granja intensiva de cerdos no tiene ninguna lógica y, desde luego, no responde a las necesidades de este pueblo, tal y como repiten una y otra vez. No pueden entender cómo la Consejería de Desarrollo Sostenible y la Dirección General de Economía Circular pudieron otorgar una Autorización Ambiental Integrada con tantas irregularidades.

 En el informe que se autorizó no se había consultado al pueblo de Quintanar del Rey ni a la Confederación Hidrográfica del Júcar, también se sobrepasaba el porcentaje de ocupación permitido por ley en un 30%, no se presentó plan de gestión de purines ni tenían ningún plan de contingencia en caso de filtraciones que pudieran llegar al agua del pozo provocando su contaminación, agua del que beben los casi 8000 habitantes de la localidad, además de ignorar una larga normativa medioambiental dictada por Europa. En sus canciones los vecinos repetían una y otra vez que les habían engañado.

 Los miembros de la asociación “Quintaverde Pueblo Vivo” han manifestado su hartazgo ante la inacción de la Administración castellano-manchega puesto que si la granja está aún en suspensión cautelar (dictada por la Consejería de Desarrollo Sostenible el 1/10/2020) no entienden cómo nadie hace cumplir las leyes. Durante un año han escrito a todos los organismos nacionales, autonómicos y locales y han seguido el laberinto legal a los que les han sometido, buscando ingenieros y abogados que pudieran apoyar su lucha, aunque aún no han obtenido la respuesta exigida

 Llevan un año de movilizaciones y afirman que van a continuar y con más fuerza para que su voz se oiga bien alto. Están seguros de que la razón terminará venciendo.