Tenemos la ministra de educación más espléndida de la democracia. Ha creado una ley, la de educación, a la que le ha puesto su nombre, Ley Celaá, y la ha donado generosamente al resto de españoles.
LA LEY CELAÁ, EL LEGADO GENEROSO DE LA MINISTRA
Me cuentan que la ministra está
exultante, la imagen de miles de españoles ataviados con lazos y banderas
naranjas inundando con sus coches las calles de las principales ciudades de
nuestro país al grito bilingüe de “StopLeyCelaá”, ha sido una inyección de ego
difícil de olvidar.
También me cuentan que andaba algo
“picadilla”, con Illa, porque el coronavirus monopolizaba las conversaciones de
los españoles, no dejando espacio a otros temas de interés como SU Ley, pero
hemos de reconocer que la ministra ¡lo ha conseguido!, los capítulos que
conforman SU Ley no han dejado indiferente a nadie:
- Capítulo 1.- “Pasar
con suspensos”
- Capítulo 2.-
“España no habla español”
- Capítulo 3.- “La
libertad de elegir lo que el Estado quiera”.
- Capítulo 4.- “Ley e
ideología”
- Capítulo 5.- “El
esfuerzo cansa”
- Capítulo 6.-
“Elegir a dedo, una metodología progresista”
- Capítulo 7.- “La
escuela única, el modelo cubano”
- Capítulo 8.- “La Escuela vaciada: el éxodo de la Educ.
Especial”
- Capítulo 9.- “La Escuela Pública que nunca pisé”
- Capítulo 10.- “La Educación Concertada: Primeros auxilios”
Como ven, temas que incitan al
diálogo y la conversación.
La ministra es tan desprendida
que ha confesado, con mucho dolor de su corazón, que se va a desprender de la
educación CONCERTADA. Los más cercanos a la señora Celaá dicen que está
seriamente afectada porque es la educación que ella eligió y en la que se
educó, también su hijas, sus nietas, medio gobierno… pero de la que ahora debe
desprenderse por “coherencia” ya que desde que forma parte de la “minipandi”
encabezada por Sánchez-Iglesias “los hijos no pertenecen a los padres sino al
Estado”, circunstancia que obliga a caminar hacia una ESCUELA ÚNICA y ESTATAL,
senda que nos ahorrará, según ella, el trago de tener que elegir entre una
educación y otra o entre un centro y otro.
Pero hay más, como sabe que
vamos todos muy liados ha obviado el diálogo con la comunidad educativa, con el
Consejo Escolar del Estado, con ponentes expertos… para “no molestar”, solo ha contado con los
que tenía al lado, o sea, podemitas y nacionalistas; ha renunciado a la
propuesta educativa que su partido llevaba en el programa electoral para
“integrar” las propuestas ideológicas de comunistas e independentistas; ha
despojado al castellano de su condición de lengua oficial, vehicular y materna
para descargarla de “tanta responsabilidad”; ha agilizado el nombramiento de
los inspectores introduciendo la posibilidad de hacerlo “a dedo”; ha descargado
de la mochila educativa el peso y el stress que suponía la asignatura de
religión, el esfuerzo por estudiar o esos indeseables suspensos que te impedían
pasar de curso. ¡Bravo ministra!
Ahora bien, donde verdaderamente
culmina su generosidad es cuando a los niños con discapacidad intelectual que
se forman en los 500 centros de Educación Especial de España les ofrece nada
más y nada menos que 28.000 centros ordinarios para que puedan elegir, y no
crean, garantizándoles “los recursos necesarios para atenderles en las mejores
condiciones”. ¡Espectacular! Eso significa que cada centro ordinario, según la
ministra, contará con el mismo equipo multidisciplinar especializado como el
que disfruta ahora: orientación, psicología, logopedia, psicomotricidad,
fisioterapia, rehabilitación etc., aumentando la plantilla docente en España
en, al menos ¿200.000?; las instalaciones se reacondicionarán para adaptarlas a
los niños discapacitados (espacios, aseos, barreras arquitectónicas…) y dotarán
a los centros ordinarios de un sin fin de recursos materiales adaptados a sus
discapacidades… ¡Menudo despliegue si
fuera cierto!
Señora ministra, SU Ley se
merece que la conozca la Unión Europea y hasta el Tribunal Constitucional, los
ciudadanos han decidido firmar para ello. Pero, una última cosa, dicen las
malas lenguas que esta ley la redactó usted con sus socios para que le apoyaran
los Presupuestos Generales del Estado.
¡No creo! ¿Por qué van a chantajearla con esto si ya tienen suficiente
con el montón de millones que les van a enviar a sus Comunidades Autónomas?
Aunque para no dar que hablar, si le parece, cuando aprueben los dichosos PGE y
ya no necesiten tanto a sus “societes”, podría hacer usted la vista gorda y
guardar su Ley en un cajoncito, con disimulo, hasta que, o bien decida sentarse
a hablar con la comunidad educativa o bien lleguemos otros al gobierno y, entre
todos, podamos acordar un PACTO DE ESTADO POR LA EDUCACIÓN. ¿Qué le parece?