El
pintor y grabador Juan Alcalde, uno de los máximos exponentes de la
Escuela de París, falleció el pasado domingo 31 de mayo de 2020 en
Madrid, rodeado de su familia, cuando contaba con 102 años de edad.
El
artista había recibido hace cuatro años la Medalla de Honor de la
Asociación Española de Pintores y Escultores, un galardón que reconoce a
aquellos artistas que se han distinguido de modo sobresaliente en el
mundo de la creación artística, y que resultó ser el último galardón y
acto al que asistió.
Hace apenas 15 días, en su estudio de una céntrica calle madrileña,
presumía ante la Medalla de la AEPE, que preside la chimenea del salón,
reconociendo que le hizo mucha ilusión recibirla y reencontrarse en
aquel acto con otros artistas, celebrado en el año 2016, con multitud de
amigos que quisieron acompañarle en un momento tan especial que contó
también con la asistencia de la Infanta Elena de Borbón, amiga y
admiradora de la obra del pintor.
Juan
Alcalde se sintió indispuesto hace menos de una semana, ingresando en
el Hospital Clínico de San Carlos, donde un fallo renal terminó con su
vida. Sus hijos Juan Luis y Sergio, que han estado con él hasta el
último momento, han respetado sus más íntimos deseos de discreción.
Tras su exposición en el tanatorio madrileño de San Isidro, esta misma
mañana ha sido llevado la crematorio de La Almudena, tras lo cual
recibirá sepultura en una ceremonia íntima y familiar.
Recordarmos
las intervenciones que en el acto de entrega de la Medalla de Honor de
la AEPE realizaron la Secretaria General y miembro de AECA, Mª Dolores
Barreda Pérez, y el Presidente de la Asociación Española de Pintores y
Escultores, José Gabriel Astudillo López, repletas de referencias sobre
su vida y su trabajo.
Mª Dolores Barreda Pérez,
realizó un breve recorrido por la trayectoria artística y profesional
del reconocido pintor haciendo especial hincapié en proporcionar a los
presentes un bosquejo resumido de cómo es Juan Alcalde, y no sólo de su
biografía, con datos y fechas frías y distantes, sino introduciendo a
los presentes en la vida, el pensamiento y un poquito en el alma mágica
del artista.
“Una
gran persona y un excelente pintor es el motivo que hoy nos reúne para
hacer un sencillo y emotivo homenaje, como los que hacemos en esta
centenaria institución.
Podría
esbozaros aquí una biografía y leer detenidamente fechas y sucesos de
su larga vida, y no haría más que ahorraros acudir a las enciclopedias
de arte, en donde podréis encontrar todo lo relacionado con su vida
artística, incontable número de exposiciones, podría además desgranar su
azarosa vida y su fructífero trabajo.
Pero
si hiciera todo esto, seguiríais sin conocer de verdad al hombre al que
hoy rendimos tributo, así es que voy a intentar hablar del hombre, del
artista y de cómo es su trabajo.
Juan
Alcalde Alonso es castizo, aquí diríamos que es un auténtico gato,
nacido en el Rastro, cerca de Cascorro, y con unos padres que lejos de
caer en el tipismo, no hacen sino reforzar esa estampa: su padre,
zapatero, y su madre, cigarrera de la fábrica de tabacos de la calle
Embajadores, al lado del portillo, (Ahí es nada).
Llegados
a este punto, quizás me podría especificar la calle y el número exacto
donde nació, para que sea esta Asociación Española de Pintores y
Escultores quien solicite al Ayuntamiento de Madrid que en la fachada de
dicho portal, se coloque una placa conmemorativa dentro del Plan
Memoria de Madrid, que recuerde el feliz acontecimiento.
Estudió
en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, con Agustín L. González, en
el Museo de Reproducciones Artísticas y en el Círculo de Bellas Artes, y
más tarde ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando,
teniendo entre otros profesores a Aurelio Arteta, que fue su valedor
para el Premio “Molina Higueras”, que le concede la Academia de San
Fernando, con una pintura que él propio Juan definió como de un
“realismo decadente”, si bien es cierto que ya se le daba muy bien.
El
Director de la Real Academia, el Conde de Romanones, le promete una
beca para estudiar en París, planes que se verán truncados por el inicio
de la guerra civil, donde luchará en el frente de Madrid.
Tiene
que retirarse a Francia, siendo internado en un campo de concentración
en donde está a punto de morir de disentería, hasta que es ingresado en
un viejo hospital de Perpiñán en el que convive con enfermos mentales.
En
1944 regresa a Madrid donde se casa con Conchita Moreda y prosigue su
difícil vida de pintor, teniendo que pintar carteleras cinematográficas
para cubrir sus mínimas necesidades.
En
1950 emigra a Caracas, donde consigue vivir bien de su profesión de
pintor, realiza encargos y exposiciones, pinta paisajes, hace
ilustraciones… allí nacen sus hijos Juan Luis y Sergio.
Sin
embargo, no se siente a gusto, el éxito fácil le incomoda y
decide regresar a París, hacer realidad su sueño dorado y pintar las
gabarras que recorren el Sena, las tabernas, los trabajadores de la
orilla del río.
Allí
se encuentra con otros miembros de la Escuela Española de París
como Baltasar Lobo, Joaquín Peinado o Hernando Viñes y conoce a grandes
amigos, como Marcel Marceau, Picasso, Neruda,…
Las muestras y exposiciones se suceden en Madrid, Londres, París, Caracas,…
En
1979 fallece su esposa que tantos sueños y dificultades había
compartido con él. Durante cuatro años, Juan Alcalde no vuelve a
exponer, hasta el año 1983, que lo hace en Madrid.
En 1984 contrae matrimonio con Patrocinio Molero, junto a la que inicia una nueva e importante etapa de su vida.
Hasta
aquí, sintetizados y resumidos, unos pocos datos biográficos que
esbozan una intensa vida, pero nada aún que pueda mostrarnos su rica
vida interior, su pensamiento y personalidad.
De
él se ha escrito, no seré yo quien diga que bastante poco, pero con
palabras realmente bellas y admirables, que describen así su trabajo:
“Despojada
de todo artificio innecesario, hermoso en su absoluta desnudez, es una
pintura esencial, en la más exacta acepción del término. En sus cuadros
hallamos la soledad, mas no la desesperación”.
“La
obra de Juan Alcalde, plena de inteligencia y de sensibilidad, posee
una carga poética que trasciende debajo de su aparente frialdad”.
“Pintura
de personalísima factura, sin antecedentes en el devenir de nuestra
creación artística y sin influencias miméticas de otros grandes maestros
contemporáneos”.
“Es
poética la pintura de Alcalde. Lírica de los sentimientos hechos luz;
por los versos libres del color. Sin académica rima que lo amarre. Sin
otra métrica que la suya. La de las pocas cosas que se pintan en su
pintura”.
“Juan
Alcalde es un clásico por encima de las academias y los convencionales
equilibrios de los escritores porque, a solas con su corazón, con su
paleta y con su soledad, Juan Alcalde sabe pintarnos el mundo de primera
mano y con el trazo atenazador –y sobrecogedor- de la más sabia y
angélica de todas las inocencias: la del artista que tiene la gracia
mágica –e incluso dolorosa- de convertir en velocísimo y maduro arte
cuanto toca”.
“Alcalde
pinta cosas que hacen de un hombre, un artista, un asceta esencial y
esencialista en pintura, un enamorado de la realidad y de la vida, un
hombre delicioso y natural”.
“La
pintura de Alcalde es de las que llegan a lo más hondo sin necesidad de
trascendentalismos. Siente lo que dice y lo transmite con la sencillez
de lo que resulta importante”.
“Alcalde
aborda temas clásicos figurativos: paisaje, bodegón, bodegones inmersos
en un trasfondo de ciudades muy originales y distintivos, maternidades,
desnudos y figura humana en general, tratándolos con gran belleza en un
estilo lleno de misticismo, armonía, delicadeza y suavidad, cualidades
que afectan tanto a su forma como a su fondo, y por supuesto al
colorido, abundante en blancos. Pero además, las formas se hallan
simplificadas y sintetizadas”.
Podría
seguir relatándoles retazos de escritos que giran alrededor de su obra,
pero creo que es más interesante saber qué piensa de él mismo y cómo se
define.
“Trabajo
con óleos porque el aceite vive como el ser humano, no se queda
perpetuo. El óleo trabaja por sí mismo y tengo la certeza de que mis
cuadros no son lo que serán”.
Su inagotable vitalismo se refleja en la frase: «No me gustaría morir sabiendo, me gustaría morir aprendiendo».
Para Juan Alcalde, el arte es la búsqueda de sí mismo.
Su vida es una continua incertidumbre, pero como él mismo admite, «las desgracias pueden traer gracias».
«Lo peor que le puede pasar al ser humano es no tener gracia ni desgracia», añade.
«Los problemas son los que generan el pensamiento; sin ellos, el cerebro se muere», asiente con rotundidad.
“Cada
día que pienso en rejuvenecerme, quisiera ser algo menos figurativo,
pero no soy capaz de abstraerme del todo, no soy capaz de llegar a la
abstracción pura. Llevo en las espaldas un peso muy grande, que no puedo
descargarme, aunque lo intente. Me interesa la abstracción de
Velázquez, de Goya. Los figurativos malos del siglo pasado hacen daño,
aunque también está Rosales, que es fabuloso. Importa lo que es puro, lo
que sale del espíritu del alma, del interior del hombre”… La
sensibilidad sobre todo.
Hablar
de Juan es hablar de su pulgar. Como él mismo asegura, su pulgar es más
importante que los pinceles, es el que conduce los colores al lienzo, y
tiene además un componente sensual que no tiene el pincel, y en sus
propias palabras, “es que cuando tú pones el pulgar en una tela, ahí
está tu sensibilidad, la proyección de tu espíritu en el dedo, casi como
un autorretrato”.
Juan
ha sido su propio mecenas, se ha respaldado a sí mismo, ha creído en
él, porque lo único que ha tratado de ser toda su vida es Juan Alcalde.
Por
eso, lejos de escuelas, lejos de influencias, lejos de comparaciones o
amigos que interfieran en esta semblanza, lejos de similitudes y
analogías, hoy homenajeamos a quien ha tratado de ser toda su vida, y yo
diría que lo ha conseguido, Juan Alcalde”.
Por su parte, el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, José Gabriel Astudillo,
recordó a todos que su arte está caracterizado por el personal estilo
que ha hecho de este pintor un referente para las nuevas generaciones
creadoras en una disertación en la que explicó por qué Juan Alcalde se
ha hecho merecedor de este galardón:
“Este
reconocimiento a un artista como Juan Alcalde, es el testimonio
inequívoco del constante compromiso de la Asociación Española de
Pintores y Escultores con la cultura, y es además, nuestro más decidido
apoyo a sus creadores y difusores.
Esta
Medalla reconoce una vida, un camino personal que nos vienes así a
transmitir en las obras realizadas, una referencia visible en la que nos
ofreces, al revivirlas y contemplarlas, la posibilidad de ser también
artistas.
Tu
obra, todo tu trabajo, es además una fuente inequívoca de esperanza,
porque has ejercido como pintor y grabador, un oficio en el que no sólo
se ve la carga entusiasta y optimista que desprenden tus blancos, sino
que llega al público y al espectador con una nueva mirada, como un gesto
de aliento y estímulo en el que demostrar que en sus vidas y obras
puede hacerse realidad la idea de que en multitud de ocasiones, es en
las dificultades y limitaciones donde la creatividad se expresa con
especial intensidad.
Juan
Alcalde es un gran artista, y lo es porque domina lo que encierra su
corazón, y sólo el que mejor comprende y conoce sus afectos y pasiones,
llega a ser un gran artista; un artista que domina la luz y la forma a
través de la sensibilidad.
Esa
parte esencial de su alma de artista es la que logra unir la materia a
lo inmaterial, dando forma al espíritu. Decía mi siempre admirado
Sorolla, quien honró esta institución cuando fue su Presidente, que la
pintura es un “estado del alma”, una frase que se ajusta perfectamente
al arte que nos regala Juan Alcalde.
Juan
es un gran artista, un pintor que ha hecho de su trabajo un estilo de
vida, un pintor que pinta todo el día, todos los días del año, que pinta
hasta cuando no pinta. Que cuando duerme pinta y cuando vela pinta.
Porque el regalo que nos ha hecho a todos los que amamos el arte, el
regalo de ser pintor, lleva escondido el veneno y la carga dulce de la
total dedicación y entrega con que ha regido su vida.
El
mundo de la cultura, la sociedad en general, no podemos sino agradecer
su contribución y reconocer el arte creador que subyace en el reverso de
toda su obra, en la que late la ilusión más originaria que cabe por la
vida, la de hacer de la vida pura belleza.
Eso
es lo que pretende esta Medalla que hoy te entregamos, ser la mirada
compartida de lo que eres y de lo que queremos ser a través de tu obra.
Decía Miguel de Unamuno, cuya sensibilidad comparten todas y cada una de
las obras de Juan Alcalde, que “el artista y sobre todo el hombre,
seguirá hablando a través de su obra, para beneficio y goce de muchas
generaciones”.
Ese es el ejemplo que dejas y que de forma sencilla, agradecemos.
Hoy
rendimos homenaje a quien como decía antes la Secretaria General, ha
conseguido ser Juan Alcalde. Que este momento compartido quede siempre
en tu corazón, como quedará en nuestra historia y nuestra memoria.
Que
quede grabado en oro. Para siempre, querido Juan. No hay medalla que
pueda hacerse de la aleación de cariño, amistad y agradecimiento, con la
que simbólicamente está hecha esta Medalla que hoy te entregamos de la
Asociación Española de Pintores y Escultores”.
A
continuación, el Presidente entregó la Medalla de Honor a Juan Alcalde,
quien la recibió emocionado y dirigió unas palabras a los asistentes en
las que sólo pudo agradecer el honor y declararse feliz y emocionado
por el hecho de estar allí, y saberse de verdad objeto de una atención
tan especial.
Fue
después requerido para que firmara en el Libro de Honor de la
Asociación Española de Pintores y Escultores, y lo hizo con letra firme,
clara y pulcra, ante la expectación de los presentes por los
comentarios que en todo momento el homenajeado realizó y en los que
jocosamente trataba sobre los 99 años que había ya cumplido.
La
Infanta Doña Elena, sentada hasta ese momento entre el público, acudió a
felicitar al amigo y artista y de forma cariñosa posó con los
integrantes de la mesa presidencial, así con cuantos asistentes y amigos
se encontraban en el acto.
Cabe
recordar las múltiples ocasiones en las que la familia real ha asistido
a actos organizados por la Asociación Española de Pintores y
Escultores, teniendo en cuenta que SS.MM. los Reyes don Juan Carlos y
doña Sofía son los Presidentes de Honor de la centenaria entidad, que
está a punto de convocar el 52 Premio Reina Sofía de Pintura y
Escultura.
Firmó
después la Infanta en el Libro de Honor de la entidad, justo debajo de
la firma que en el año 90 dedicara con motivo de su visita al
tradicional Salón de Otoño, y prometió asistir en la medida de sus
posibilidades, a otros actos de la entidad.