El Gobierno de Castilla-La Mancha tomó recientemente la decisión de convertir el Día de la Región, este año, en un día de luto por los fallecidos a causa de la pandemia que está barriendo el planeta. Entre las víctimas mortales se aprecia un significativo porcentaje de personas mayores, pero también enfermos crónicos para quienes la neumonía resultante supuso una barrera infranqueable, así como profesionales que han hecho frente a la gravísima situación sanitaria, social y económica que ha llevado al Gobierno de la Nación a decretar el estado de alarma y el confinamiento de la población.
Día de C-LM: Cuando el silencio por los que no están es un grito de ánimo frente a la dificultad
Hemos
suspendido, por tanto, el acto institucional con el que la Región
celebra este día, se reconoce como una excelente
realidad y exalta el trabajo, la dedicación, el éxito y la constancia
de personas y colectivos que ayudan, en su día a día, a hacer más
grande, próspera y solidaria a esta tierra. Pero esta suspensión, este
homenaje a las víctimas del COVID19, este silencio
que respetuosamente guardamos en un día tan señalado, debe ser
igualmente un grito de ánimo frente a la dificultad. Una llamada a la
responsabilidad, a la confianza, al apoyo mutuo y también, por qué no, a
la unidad.
El
peor homenaje que podemos hacer a quien ha perdido la vida en
circunstancias tan traumáticas, así como a quienes han
dado todo para frenar la pandemia, atender a los enfermos, vencer las
dificultades que imponían la enorme velocidad de transmisión del virus y
la violencia con que afectaba a muchos enfermos, sería pretender un uso
partidista de la tragedia, utilizar su memoria
como arma arrojadiza y reabrir heridas.
Sin
duda debemos hablar hoy acerca de cómo seguir el ejemplo de aquella
generación, de valorar la altísima respuesta de
los profesionales de la sanidad pública, de agradecer el trabajo de
aquellos que han protegido a la sociedad en estas largas semanas, de los
que han cambiado el monte por las residencias como campo de acción, de
quienes han soportado en silencio y con buen
ánimo el encierro, de los niños que han hecho suyo el mensaje de unidad
y de paciencia, de los maestros que han hecho lo indecible por no dejar
a sus alumnos sin actividad ni formación, de los empleados públicos que
en su puesto habitual o a través del teletrabajo
han garantizado el funcionamiento de la Administración, de los
consejeros del Gobierno que han dado todo en cumplimiento de su promesa
de lealtad y entrega al servicio de esta región, de los medios de
comunicación... Millones de españoles han sabido cumplir
con lo que de ellos se esperaba, respetando las recomendaciones con
entereza, y Castilla-La Mancha, en ese sentido, ha sido ejemplar.
Tanto
el Gobierno de España, como el de Castilla-La Mancha, han respondido al
reto con celeridad, conscientes del daño
añadido que supone la crisis sanitaria en forma de freno casi total a
la economía, y su consecuente rastro de desempleo y ruina. El esfuerzo
económico del Estado ha ido directamente a las economías familiares, a
las empresas mediante ERTES y otras medidas.
Miles de autónomos castellano-manchegos han recibido una ayuda directa
para poder afrontar el bache, y el apoyo para no tener que despedir
inmediatamente a sus empleados.
Castilla-La
Mancha ha respondido, además con un gran acuerdo social, fundamental
para afrontar en los meses y años venideros
la importante tarea de la reconstrucción. La capacidad de llegar a
acuerdos con la sociedad de este Gobierno fue clave para salir del bache
en la reciente crisis; esta segunda llega cuando recogíamos los vientos
de la recuperación a toda vela. Pero somos un
pueblo fuerte, hecho al trabajo, al ahorro, al aguante y a la
solidaridad, y de nuevo vamos a salir adelante sin dejar a nadie por el
camino.
Hoy toca guardar silencio en homenaje a las víctimas de la pandemia. Mañana, Castilla-La Mancha
comenzará a recorrer, de nuevo, la senda de la recuperación. Que nadie lo dude.
Emiliano García-Page
Presidente de Castilla-La Mancha