La financiación para la educación enfrenta una disminución de más de 2.700 millones de euros para 2026, poniendo en riesgo el futuro de millones de niños y niñas
Los recortes globales de financiación podrían dejar sin escuela a 6 millones de niños y niñas más




NUEVA YORK, 3 de septiembre de 2025–
Ante los drásticos
recortes que están sufriendo los fondos destinados a la educación a
nivel mundial, se estima que 6 millones de niños y niñas adicionales
podrían quedar fuera de la escuela para finales de 2026, aproximadamente
un tercio de ellos en contextos de crisis humanitarias,
según un nuevo análisis publicado hoy por UNICEF.
Se
prevé que la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) destinada a educación se
reduzca en más de 3,2 billones de dólares, 2.700 millones de euros, lo
que supondría
una reducción del 24% con respecto a 2023, con tres gobiernos donantes
representando casi el 80% de dichos recortes. Esta disminución elevaría
la cifra mundial de niños y niñas fuera de la escuela de 272 millones a
278 millones, lo que equivaldría a vaciar
todas las escuelas primarias de Alemania e Italia juntas.
“Cada
dólar que se recorta en educación no es simplemente una decisión
presupuestaria, es el futuro de un niño o una niña que está en juego”,
ha asegurado
Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF. “La educación,
especialmente en contextos de emergencia, suele ser un salvavidas que
conecta a los niños con servicios esenciales como salud, protección y
nutrición. Además, brinda la mejor oportunidad para
que un niño o una niña salga de la pobreza y construya una vida mejor”.
Según
el análisis, África Occidental y Central enfrentará el mayor impacto,
con 1,9 millones de niños en riesgo de quedar fuera de la escuela,
mientras
que Oriente Medio y el Norte de África podrían registrar un aumento de
1,4 millones de niños sin escolarizar, junto con retrocesos
significativos en todas las demás regiones.
El
estudio revela que 28 países perderán al menos una cuarta parte de la
ayuda de educación que necesitan para la enseñanza de preescolar,
primaria y secundaria.
Entre ellos, Costa de Marfil y Malí se enfrentan a riesgos
particularmente graves, con una disminución de las matriculaciones del
4%, lo que equivaldría a una pérdida de 340.000 y 180.000 estudiantes,
respectivamente, en estos dos países.
La
educación primaria será la más golpeada a nivel mundial, con una
reducción de la financiación de un tercio. Esto profundizará la crisis
del aprendizaje
y pondrá a los niños y niñas afectados en riesgo de perder, en
conjunto, alrededor de 140.000 millones de euros en ingresos a lo largo
de su vida.
En entornos humanitarios, donde la educación va más allá del aprendizaje y ofrece apoyo vital, estabilidad y un sentido de normalidad para niños y niñas, la financiación podría caer distribuida, en algunos casos hasta en un 10% del presupuesto nacional de educación. Por ejemplo, en la respuesta de UNICEF a la crisis de los refugiados rohingya, 350.000 niños corren el riesgo de perder para siempre el acceso a la educación básica. Sin financiación urgente, los centros educativos podrían cerrar, dejando a los niños y niñas expuestos a la explotación, el trabajo infantil y la trata.
Servicios esenciales como los programas de alimentación escolar (que a veces suponen la única comida nutritiva del día para los niños) podrían ver reducciones superiores al 50%, mientras que el apoyo a la educación de las niñas también se prevé que disminuya significativamente.
Los recortes generalizados en los sistemas educativos socavarán, además, la capacidad de los gobiernos para planificar con base en evidencia, apoyar de manera adecuada el desarrollo docente y dar seguimiento a los resultados de aprendizaje. Esto significa que incluso los niños y niñas que permanecen en la escuela podrían ver mermado su aprendizaje, con al menos 290 millones de estudiantes afectados en todas las regiones.
UNICEF instala a los países donantes y aliados a actuar ahora para proteger la educación mediante las siguientes medidas:
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Reequilibrar la ayuda educativa para que sea más equitativa y eficaz, destinando al menos el 50% a los países con menores recursos.
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Salvaguardar la financiación para educación en emergencias y priorizarla como una intervención vital junto a otros servicios esenciales.
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Focalizar la asistencia educativa en los aprendizajes fundamentales, especialmente en la primera infancia y la educación primaria, donde el retorno es mayor.
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Simplifique la arquitectura financiera global en línea con la Iniciativa UN80 para mejorar la eficiencia.
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Ampliar la financiación innovadora sin sustituir la financiación básica destinada a la educación.
“Invertir en la educación de la infancia es una de las mejores inversiones de futuro, para todos y todas”, ha afirmado Russell. “Los países prosperan más cuando sus niños y niñas reciben educación y están sanos, y eso contribuye a un mundo más estable y próspero”.