España arde

Acercar Disminuir el zoom Imprimir

Como venimos advirtiendo desde hace tiempo, la política agraria y ambiental ha creado unas condiciones que propician los grandes incendios. A medida que acabáis con agricultores y ganaderos, aumenta el número y la gravedad de los incendios. Ellos son lo único que se interpone entre el fuego y vosotros.

La desaparición del paisaje en mosaico, la disminución de la cabaña ganadera extensiva y las normas que establece la PAC, junto a las ambientales, propician un caldo de cultivo en el que se desarrollan los incendios. El resultado de todo esto lo hemos podido ver en el actual mes de agosto.

Las políticas de prevención no existen. No se trata de poner más dinero en ellas, es simplemente que limpiar campos y bosques mediante desbroces es imposible. Tarea ardua y lenta, no cunde lo suficiente como para mantener los materiales combustibles por debajo del umbral de peligro. Esta labor, antes la realizaban los ganados. Una superficie pastada es un eficaz cortafuegos. El empeño de nuestros dirigentes en acabar con la, en su día, próspera cabaña ganadera ha dado sus frutos. Hoy en el campo apenas se ven rebaños. La prohibición a los agricultores de las quemas controladas, labor secular, es otra de las causas del aumento de los fuegos. La imposición de la PAC, que exige cubiertas herbáceas en leñosos, hace que estos, que antes actuaban como cortafuegos, actualmente sean pasto de las llamas.

La normativa ambiental que impide la extracción de leñas, maderas u otros materiales del monte es una causa que se suma a las anteriores.
España, le pese a quien le pese, tiene un paisaje modelado por el hombre. Al limitar o prohibir su trabajo, ese paisaje se ve destruido por los incendios.

El bosque primigenio, soñado por los ecologistas, no existe. Su empeño en mantener algo imaginado nos supone la pérdida de lo real. Piensan, equivocadamente, que lo actual tiene origen en tiempos remotos, cuando es algo esculpido por la mano del hombre durante milenios.

Cabría pensar que las políticas que nos han conducido a la pavorosa situación en la que nos encontramos se deben a la ignorancia y desconocimiento del campo por parte de los gobernantes. Si fuera algo errático, con medidas a veces incorrectas, a veces acertadas, lo aceptaríamos. Pero cuando toda norma y cada paso que dan conduce una y otra vez a la desaparición del sector agropecuario, al incremento y gravedad de los incendios, se muestra una voluntad firme para obtener un resultado final: el que ahora vivimos. España arde, y arderá aún más en años de generosas lluvias, como el último. Una mala voluntad cuyo único fin es la destrucción de España, por el fuego que aniquila la naturaleza, y con la persecución al campesino, perdida la soberanía alimentaria, seremos un país sometido.

Unión de Castilla-La Mancha hace esto público para general conocimiento:
Demonizan como causantes de los incendios a quienes los evitan. Así consiguen el doble objetivo de acabar con el campesino y de que todo arda.

Se necesita un cambio radical e inmediato de la política: recuperación de la ganadería extensiva, volver a los usos tradicionales de la agricultura, como quemas controladas, permitir arar cuando lo determine la sabiduría acumulada durante milenios, acabar con la imposición y obligación de cultivos y fechas, así como permitir la extracción de sustancias combustibles de nuestros montes, más otras muchas cosas imposibles de enumerar en una nota de prensa.

¡Ciudadano, España no arde por los pirómanos, arde porque queda poca gente en el campo y menos ganado!
Recuerda: la primera barrera ante el fuego son los agricultores y ganaderos. Sin ellos solo cabe gastar más y más dinero en servicios de extinción, con una eficacia incierta y con la seguridad de que lo que no se queme hoy, lo hará mañana.