Las nuevas estimaciones mundiales muestran un aumento del 15% en el número total de supervivientes de la mutilación genital femenina en comparación con los datos publicados en 2016
Más de 230 millones de niñas y mujeres han sido sometidas a mutilación genital femenina
NUEVA YORK, 8 de marzo de 2024 –Más
de 230 millones de
niñas y mujeres vivas en la actualidad han sido sometidas a la
mutilación genital femenina (MGF), según un informe de UNICEF publicado
recientemente. Las estimaciones mundiales actualizadas muestran un
aumento del 15% en el número total de supervivientes -o
30 millones más de niñas y mujeres- en comparación con los datos
publicados hace 8 años.
Publicados
en el Día Internacional de la Mujer, los datos muestran que el ritmo de
avance para acabar con la MGF sigue siendo lento, por detrás del
crecimiento
de la población, especialmente en los lugares donde la MGF es más
común, y muy lejos de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible de
la ONU para eliminar la práctica. El ritmo mundial de disminución
tendría que ser 27 veces más rápido para poner fin a
la práctica en 2030.
"La
mutilación genital femenina daña el cuerpo de las niñas, oscurece su
futuro y pone en peligro su vida", ha declarado Catherine Russell,
directora
ejecutiva de UNICEF. "También observamos una tendencia preocupante:
cada vez más niñas son sometidas a esta práctica a edades más tempranas,
muchas antes de cumplir los cinco años. Esto reduce aún más la
posibilidad de intervenir. Tenemos que redoblar los
esfuerzos para acabar con esta práctica nociva".
Mutilación genital femenina: Una preocupación mundial
es
la recopilación más actualizada de estadísticas sobre la MGF, una
práctica que viola los derechos humanos de niñas y mujeres y puede dejar
secuelas físicas, psicológicas y sociales duraderas. El informe muestra
que las cifras son más altas en países africanos,
con 144 millones de casos, seguidos de 80 millones en Asia y 6 millones
en Oriente Medio; se calcula que hay más casos en pequeñas comunidades
practicantes y países de emigración de otras partes del mundo.
Aunque
la MGF no se está volviendo más común en todo el mundo, el análisis
revela que el número de niñas nacidas en países que la practican crece
rápidamente
en comparación con el resto del mundo. Esto significa que los futuros
esfuerzos de prevención deben dirigirse a una mayor población en riesgo.
Según
el análisis, 4 de cada 10 supervivientes de la MGF viven en entornos
frágiles y afectados por conflictos, donde el crecimiento de la
población también
es rápido. Esta combinación puede sobrecargar los servicios educativos y
sanitarios, desviar recursos hacia las crisis e interrumpir los
programas que abordan la desigualdad de género, lo que dificulta aún más
la lucha contra la MGF. Países como Somalia y
Sudán se enfrentan al reto de abordar la MGF generalizada, entre otros
problemas urgentes y en medio de conflictos y crecimiento demográfico.
Etiopía ha realizado progresos constantes, pero las crisis climáticas,
las enfermedades y la inseguridad alimentaria
dificultan la ejecución fiable de los programas de apoyo a las niñas.
Sin
embargo, el informe también muestra que el progreso es posible y se
está recuperando. La mitad de los avances logrados en los últimos 30
años se han
producido en la última década. Algunos ejemplos de países son Kenia,
que ha pasado de una prevalencia moderada a una baja; Sierra Leona, que
ha pasado de una prevalencia alta a una moderadamente alta; y Egipto,
que ha empezado a disminuir desde un nivel anteriormente
casi universal.
Las
actitudes en torno a la MGF también están cambiando. Según el informe,
alrededor de 400 millones de personas en países practicantes de África y
Oriente
Medio -es decir, dos tercios de la población- se oponen a esta
práctica.
Para erradicar la MGF, UNICEF pide a los líderes y a las comunidades que redoblen sus esfuerzos para acabar con la discriminación y la desigualdad de género; que inviertan urgentemente en servicios para las niñas; que promuevan la autonomía y ventajas de las niñas; que den prioridad a los derechos de las niñas en leyes y políticas; y que hagan un mejor seguimiento de la prevalencia de la práctica mediante datos de calidad.