El 53% de las personas sin hogar atendidas por la Organización Humanitaria han nacido en España, y aumentan los casos de mujeres Las experiencias de discriminación entre las personas sin hogar son destacadas en el estudio, evidenciando que ocho de cada diez personas sin hogar la han sufrido y que muy pocas la denuncian. Que el consumo de alcohol de personas sin hogar es inferior al de la población general es una de las conclusiones que rompen con mitos de este colectivo.
Del trabajo a la calle: Cruz Roja revela que el 66% de las personas sin hogar tenían trabajo y vivienda
Cruz Roja ha realizado un
estudio exhaustivo sobre la discriminación y la vulnerabilidad social de las
personas en exclusión residencial, con el objetivo de arrojar luz sobre las
realidades y desafíos que enfrentan aquellos que carecen de hogar. Bajo el
título ‘La discriminación y la
vulnerabilidad social de las personas en exclusión residencial atendidas por
Cruz Roja’, el informe destaca una serie de conclusiones que desafían
estereotipos y resaltan la complejidad de las situaciones que atraviesan estas
personas, profundizando en el análisis de esta situación, los perfiles, las
vivencias y las percepciones en primera persona como hilo conductor de las
situaciones de discriminación que afrontan.
Contrario a la percepción común, el
estudio revela que un el 66% de las
personas sin hogar atendidas por Cruz Roja estaban en una situación normalizada
en cuanto a vivienda y empleo antes de entrar en la exclusión residencial:
un 25,5% de este grupo desempeñaban trabajos en la economía sumergida, otro
33,4% lo hacían con contratos a tiempo completo y un 7,2% con contratos a
tiempo parcial. Hasta ahora, el empleo era un mecanismo de inclusión social que aseguraba los
ingresos y las relaciones personales, pero la pérdida de calidad en el trabajo
ha destruido en parte esta premisa.
El
no tener la garantía de acceso a servicios básicos como ducha, inodoro, comida
caliente, internet o poder guardar su documentación y pertenencias en lugar
seguro siempre que lo necesiten dificulta el mantenimiento de unos hábitos saludables, alimentación adecuada, contactos
socioafectivos con otras personas, realización de trámites administrativos y la
búsqueda de empleo. Entre quienes habían tenido acceso al mercado laboral, las
condiciones de informalidad, precariedad, temporalidad y bajos salarios en el
empleo no les han permitido sostener una vinculación social y redes que
evitasen el sinhogarismo. En la actualidad, sólo un
22.4% han trabajado al menos una hora en la última semana.
El
estudio revela que, a medida que pasa el tiempo y terminan en situación de
calle, las dificultades y la disminución de expectativas empujan al abandono en
la búsqueda de empleo: una de cada cuatro personas sin hogar que llevan en
situación de sinhogarismo 4 años o más no han intentado encontrar empleo en el último año al estar seguras de que, precisamente
por su situación, no les van a aceptar. De ahí la importancia de extender
iniciativas en las que se proporciona directamente una vivienda individual y
estable a la persona sin hogar, al tiempo que ésta recibe acompañamiento
individualizado en su proceso de reinserción, como la metodología Housing
First.
El
estudio de Cruz Roja también rompe con el estereotipo de que las personas
extranjeras son las que más viven en la calle, ya que el 53% de las personas sin hogar atendidas por la Organización
Humanitaria han nacido en España, y
revela un importante incremento del sinhogarismo femenino: aunque sigue siendo
mayoritariamente masculino (82%), la cifra de mujeres en situación de calle ya llega al 18%.
En
cuanto a la edad, el grupo mayoritario es de las personas de 45 a 64 años (51%), y un 18.5% tienen menos de 30 años
percibiendo un aumento de estas personas en los
últimos años.
Soledad,
discriminación y mala salud
La percepción de su salud entre las
personas sin hogar es significativamente peor que la del resto de la población
(15.9% frente al 7.04% afirman que su salud es mala o muy mala). Las personas sin hogar se perciben con un peor estado de salud mental y emocional
respecto a la población general ya que declaran más problemas emocionales
destacando especialmente el sentimiento
de soledad, 4.3 veces más que entre la población general (43.2% frente al
10.1%), la depresión, 3.7 veces más
que entre la población general (36.5% frente al 10%) y tristeza (34% frente al 16.9% general).
Tanto hombres como mujeres viven
mayoritariamente solos, sin pareja en el 88.7% de los casos, y la mayoría sin
hijos e hijas, aunque los tengan. El aislamiento social de las personas sin
hogar es acusado, el 31% de las personas encuestadas manifiestan que se sienten
socialmente aisladas, y que no pueden contar con la ayuda de nadie. Una de cada
cuatro personas encuestadas se encuentra en aislamiento severo ya que no ha
mantenido contacto por ningún medio con ninguna de las figuras socioafectivas
más universales.
Contra el estereotipo dominante, el consumo de alcohol es incluso
ligeramente inferior al de la población general, situándose en el 34.3%
entre las personas en situación de calle, frente al 35.1% de la población
general.
Prácticamente ocho de cada diez personas sin hogar (78.1%) ha experimentado discriminación, destacando la relacionada con la aporofobia (68.3%) junto a rechazo por origen, minoría étnica, edad, sexo o estado de salud. Las discriminaciones más graves son llevadas a cabo por personas cercanas (46.8%), pero también afirman haber sentido la discriminación por la administración pública (19.2%) o los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado con humillaciones y trato indigno. Sólo el 15.5% de quienes han sentido discriminación han acudido a la policía o el juzgado, ya que consideran que es inútil su denuncia (30.9%). Una de cada cuatro personas sin hogar atendidas ha sufrido discriminación en el acceso a la vivienda
El
sinhogarismo oculto: mujeres y jóvenes
Si bien el sinhogarismo y la exclusión
residencial visible son fenómenos que afectan proporcionalmente más a los
hombres que a las mujeres, en los últimos años se observa un aumento progresivo
de mujeres en esta situación. El 21% ha
sido agredidas sexualmente, el 20% ha sufrido acoso o persecución y el 35% han
vivido humillaciones. Los porcentajes son sistemáticamente más elevados que
los de los hombres y presentan un mayor grado de exclusión social y deterioro
más grave de la salud.
La menor presencia de mujeres se debe a las
estrategias que despliegan para evitar vivir en la calle: acudiendo a los
servicios sociales, a redes familiares o de amistades, realquilando una
habitación a cambio de servicios como cuidados, o bajo la amenaza de violencia
de la pareja. La presencia de mujeres sin hogar en albergues y programas
asistenciales es minoritaria, y existe una escasez
de recursos específicos dirigidos a mujeres y un menor número de plazas en
módulos femeninos en los albergues y pisos evidenciando una necesidad de mayor
perspectiva de género en el diseño e implementación de medidas contra el sinhogarismo.
Por motivos
climatológicos, de comodidad o seguridad, el 5.4% de las personas sin hogar
cambia de lugar de pernocta como mínimo una vez a la semana, aunque por lo
general la movilidad es bastante baja: la
inmensa mayoría (88.1%) pernocta siempre en el mismo lugar.
La irregularidad
administrativa aboca a las personas sin
hogar migradas a una situación de exclusión social extrema: no tienen
acceso al empleo formal, no pueden alquilar una vivienda y viven una situación
de permanente temor a ser expulsadas del país, Ante los riesgos, agresiones,
explotación o discriminación que sufren, evitan pedir ayuda o denunciar, y eso
les hace aún más vulnerables a la explotación laboral.
Mejorar la acción
social y prevenir el sinhogarismo
Cruz Roja ha realizado este estudio para
luchar contra la discriminación mostrando la realidad que no se ve, buscando
sensibilizar, pero también mejorando su propia actuación al conocer en
profundidad quienes son, y cuáles son sus dificultades como antesala para
ayudar e informar a otros agentes sociales implicados.
El informe de Cruz Roja destaca la necesidad de abordar el sinhogarismo desde
una perspectiva integral, incluyendo la provisión de vivienda, la
prevención y la adaptación de servicios a la diversidad social y cultural de
las personas sin hogar.
Debido a las crisis sucesivas
socioeconómica, sanitaria, energéticas, los perfiles de personas sin hogar son
cada vez más diversos, y hay personas sin hogar que pernoctan en períodos más o
menos cortos, alternándolos con estancias en viviendas ocupadas, recursos
residenciales u hogares de conocidos; igualmente, su fuente de ingresos puede
ser nula o precaria, por lo que cada caso requiere de un acompañamiento individualizado.
Sin embargo, el estudio también apunta a
que no podrá evitarse la entrada de nuevas personas en el sinhogarismo si no se
trabaja en prevención primaria, para provocar cambios
en las estructuras que llevan al sinhogarismo (políticas de vivienda
social, protección social, lucha contra la precariedad laboral y sistemas de
garantía de ingresos) , y prevención secundaria, consistente en
identificar los colectivos de riesgo (mujeres víctimas de VG, infancia y
jóvenes bajo el sistema de protección social, personas que reciben altas
médicas después de estancias hospitalarias largas, personas que salen de
prisión…) y detener los procesos de
exclusión con actuaciones focalizadas.
La diversidad social, cultural, étnica y
lingüística que presentan actualmente las personas sin hogar o en exclusión
residencial obliga a adaptar los servicios y recursos de atención a sus
necesidades, pero hay una insuficiencia de medios, principalmente humanos, para
trabajar con criterios interculturales y lingüísticos adecuados. Además, la
digitalización de los servicios públicos supone una barrera adicional para la
relación de estas personas con los recursos existentes, algo para lo que
recurren a las entidades sociales, de las que hacen en general una valoración
muy positiva por intermediar o llevar y gestionar proyectos y recursos
dirigidos a sus necesidades específicas.