El síndrome de apneas del sueño es prevalente en la infancia, hasta un 4 por ciento de la población infantil, y provoca un significativo impacto en la calidad de vida del paciente, asociando síntomas diurnos de hiperactividad, problemas en el aprendizaje o alteraciones en la conducta.
El 20 por ciento de los pacientes de la Unidad de Trastornos del Sueño del Hospital de Toledo son pediátricos
El 20 por ciento de los pacientes atendidos anualmente en la Unidad de Trastornos del Sueño del servicio de Neurofisiología Clínica del Complejo Hospitalario Universitario de Toledo, dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM), son pediátricos que presentan problemas tanto para conciliar como para mantener el sueño.
La doctora Ana Teijeira, neurofisióloga del Hospital de Toledo, ha explicado que las enfermedades del sueño en la infancia muchas veces pasan desapercibidas ya que, con frecuencia, el paciente no se queja específicamente de las mismas o presenta síntomas atípicos.
El síndrome de apneas del sueño es prevalente en la infancia, hasta en un 4 por ciento de la población infantil y provoca un impacto significativo en la calidad de vida del paciente, asociando síntomas diurnos de hiperactividad, problemas en el aprendizaje, o alteraciones en la comportamiento
La doctora Teijeira ha indicado que para su diagnóstico de certeza se debe realizar una polisomnografía “que es una prueba neurofisiológica donde estudiamos distintos parámetros o bioseñales durante el sueño, como el electroencefalograma, parámetros respiratorios, la saturación de oxígeno, actividad muscular y movimiento y la actividad conductual durante el sueño”.
Para este especialista, “en el periodo infantil el sueño es de vital importancia ya que condiciona, entre otros, los procesos de maduración neuronal, aprendizaje o memoria. Por ello, si se sospecha un trastorno específico de sueño, el niño puede ser derivado a la unidad de sueño donde realizamos una consulta, seguimiento para poder llegar a un diagnóstico correcto y al mejor tratamiento posible para mejorar la calidad de vida del paciente”.
“La coordinación entre pediatras, sobre todo neuropediatras, y nuestra unidad debe ser máxima, puesto que son los especialistas que pueden sospechar que el paciente puede sufrir un trastorno del sueño”, informa la doctora Ana Teijeira, quien manifiesta que “el sueño varía sustancialmente a lo largo de la vida, particularmente en los primeros años de la misma”.
Otro de los trastornos en el sueño infantil son las parasomnias que suelen ocurrir en niños pequeños, siendo las más características el sonambulismo y las pesadillas. Los terrores nocturnos son menos frecuentes pero muy llamativos desde el punto de vista conductual (gritos, activación autonómica, actividades motoras intensas), y asocian mucha carga de ansiedad en los padres. A veces hay que descartar que el niño no tenga en vez de una parasomnia, crisis epilépticas nocturnas.
En este caso, el servicio de Neurofisiología Clínica del Hospital de Toledo realiza estudios más complejos de sueño y vídeo-electroencefalografía, con montajes ampliados para poder llegar al diagnóstico correctamente.
Asimismo, en los trastornos del movimiento durante el sueño conviene recordar que el Síndrome de Piernas Inquietas también existe en la infancia y su diagnóstico de sospecha suele ser más complejo que en el adulto dado que a los niños les cuesta mucho explicar las sensaciones que presentan de inquietud en piernas y que no les permite realizar un correcto descanso.
Respecto a la adolescencia, la doctora Teijeira ha concretado que el trastorno del sueño más prevalente es el síndrome del retraso de fase, donde presenta una dilatación en el inicio de sueño de alrededor de dos horas con la consecuente demora al despertar, lo que provoca una seria disrupción a la hora de levantarse para ir a clase, asociando muchas veces somnolencia las primeras horas de la mañana.
Este trastorno muchas veces empeora con malos hábitos como quedarse hasta tarde con el móvil o el ordenador o realizar deporte más tarde de las 20.00 horas o cenar tarde.