El tema de la ayuda necesaria del 'Maestro Espiritual". para un sano "discernimiento en el Espíritu", tiene sin duda, muy hondas raíces en la tradición cristiana. Casi todos los autores insisten en su conveniencia y más particularmente los Padres del desierto que supieron aplicarla con tanto provecho, como se puede ver por ejemplo en Pacomio, Casiano y en muchos apotegmas antiguos. En nuestros días el Concilio Vaticano II ha confirmado su actualidad: 'Tórnese en la dirección espiritual para que puedan formar a todos los hijos de la Iglesia"(Decreto Optatam Totius 19). La mediación humana, muy desarrollada en los escritos del místico Carmelita Juan de la Cruz parece hallarse en la raíz del tema que estamos refiriendo. Y por fin, dos últimas observaciones precisas parecen ser de importancia para provecho de los que somos discípulos espirituales. Se refiere a la "nueva satisfacción, fuerza, luz y seguridad" que se experimenta cuando se han tratado las cosas del alma con quien debe. Otra se puede aplicar tanto al maestro espiritual como al discípulo, y es que en la medida que se tenga purgado el espíritu interior, más fácilmente se conocerán las realidades espirituales y con ellas, los favores divinos. Vale decir, que el diálogo entre dirigido y director, fortalece el arte del discernimiento espiritual. Y es bien sabido que el Espíritu Santo se aparta de los pensamientos que no son de entendimiento, esto es de la razón (3S 23,4).
