El lector reconocerá en El rapto de Talía muchos de los asuntos que Albert Boadella ha tratado en sus obras de teatro, especialmente en las estrenadas a partir de 1999, fecha en la que escribió este texto. El director analiza en este ensayo la falsificación que la sociedad actual hace de la realidad, síntoma del infantilismo y del miedo que tienen los ciudadanos a no ser protagonistas perpetuos.
Boadella reflexiona a partir de su experiencia sobre los efectos de una epidemia que ha infectado de forma generalizada a los individuos. Es la epidemia del exhibicionismo. En la sociedad actual, desacralizada y dominada por los medios de comunicación, la gente ha usurpado el papel que hasta fechas recientes venían desempeñando los actores y los “oficiantes” de ritos, porque creen que sus vidas son del interés general. Esta infección ha propiciado un arte adocenado que acepta sin discusión el “todo vale” y que reniega de la tradición y del trabajo artesano; un arte vulgar, desposeído de poesía y que, por el contrario, hace apología del hiperrealismo.
Cómo se organizan los museos, cómo se vende el arte contemporáneo, la necesidad de fabricar genios, qué sentido tiene la proliferación de parques temáticos y la organización de grandes eventos, el valor de los premios, el despliegue mediático que exige la cultura de masas… son temas analizados por Boadella con ese bisturí crítico, irónico y divertido que le caracteriza.
