Esta es la historia real de mi juventud, de mis tempranas experiencias con los chicos, del descubrimiento de mi pasión por el sexo y de los primeros coqueteos con el mundo de la prostitución. Si buscas un drama sobre una vida desgraciada, alguien que por las drogas, la pobreza o las mafias de la inmigración se haya visto abocado a vender su cuerpo, no sigas leyendo, no encontrarás nada de eso.
Crecí en un estrato social humilde, en ausencia de una figura masculina en el hogar y siendo testigo de la convulsa vida sentimental de mi madre. Sin embargo, los derroteros que tomó mi vida se deben en exclusiva a mis propias decisiones. Recibí una buena educación, no era mala estudiante e incluso completé una carrera universitaria. Me sentí querida en mi pequeña familia y mi madre me inculcó una moralidad y valores, que yo elegí pisotear, rendida a la lascivia primero o a la avaricia después.
